Este año oiremos hablar mucho de Magallanes, pues el 10 de agosto se cumplirán 500 años desde que en 1519 Fernando de Magallanes partió de Sevilla por el río Guadalquivir hacia Cádiz (donde nació mi bisabuelo) en un acto visionario y heroico. Desde Sanlúcar de Barrameda, en Cádiz, la expedición financiada por el rey Carlos I de España zarparía el 20 de setiembre de aquel año.
¿Qué he hecho en mi vida para merecer esto? Es la pregunta que me hago al ver los paisajes que Magallanes vio hace casi 500 años aún impolutos, probablemente como los vio él. La belleza sobrecoge y la historia también.
Lo enrevesado de los pasajes del canal, a veces grandes como un mar o como el Amazonas en sus partes más anchas y a veces muy estrechos y llenos de rocas, hacen que se convierta en un laberinto. ¿Cómo pudo encontrar la salida? Son 330 millas náuticas (611 Km) llenas de viento que le demoraron 36 días luego de haber sido traicionado en su escala en San Julián, en Patagonia. Justo el año pasado leí de un tirón el estupendo libro de Stefan Sweig, Magallanes: El hombre y su gesta. Inspirador e impresionante. Un héroe.
Nuestra ruta: Saliendo de Punta Arenas a través del estrecho de Magallanes nos dirigimos hacia el Occidente. Pensé que saldríamos hacia el mar pero no. Proseguimos entrando de nuevo a los canales para salir por el sur del continente.
Para pasar de un sistema de canales al otro que se dirige al sur, el buque estuvo expuesto por estribor unas pocas horas al oleaje del Pacifico. Necesité un gravol pero esa fue la única vez que he tenido un mareo, pues este buque tiene un sistema de estabilización de última generación y es raro que los tripulantes se mareen.
Salimos del continente por la parte más austral y cruzamos el paso Drake que, me cuentan, estuvo inusualmente tranquilo. Nos demoramos tres días en cruzarlo.
Llegamos a la isla rey Jorge y dormimos en la bahía Fildes. Aún se pueden ver tanques donde se guardaba el aceite de ballena de las épocas de la barbarie. De Fildes llegamos a la base Machu Picchu en un par de horas. Fue emocionante.
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(Foto abridora: Equipo del Inaigem con el capitán de fragata Renzo Whittembury, segundo comandante de a bordo del BAP Carrasco.)