Entre el continente antártico y la isla Rey Jorge, donde se encuentra la Estación Científica Antártica Machu Picchu (ECAMP), hay un estrecho que se llama Bransfield. Esta fase de la vigésimo sexta expedición en la Antártica está centrada en este estrecho porque tiene algo muy especial. Un volcán submarino.
El estrecho de Bransfield tiene 58 millas náuticas (aproximadamente 107 Km) de ancho y entre 1.100 y 1.500 metros de profundidad en la parte que estamos estudiando. El estrecho es una zona activa por ser una zona de extensión. Es decir, las placas se alejan entre sí. Por eso existen el monte Orca y la isla Decepción, que es otro volcán muy cercano pero en la superficie. En el estrecho también hay diversas corrientes submarinas y masas de agua diferenciadas.
¿Masa de agua diferenciada? Sí. Aunque no lo crean, el agua del océano no es toda igual. Hay masas de agua que son diferentes y que no se mezclan, pues tienen temperaturas y cantidades de sal distintas y por lo tanto densidades distintas. Así que tal como el agua y el aceite estas masas de agua tampoco se mezclan. Pero no hay que pensar que están separadas por siempre. Pequeñas masas de agua se van enfriando y van cayendo al fondo y hacen que la del fondo suba así que se genera el fenómeno de surgencia de agua profunda y las corrientes verticales con las que las masas de agua poco a poco intercambian agua.
Regresando a monte Orca, debo comentar que esta formación que asemeja un volcán está a una profundidad de casi 1.150 metros con el cono del volcán a 672 metros de profundidad, o sea que la altura de éste es de casi 500 metros. Un lugar así puede desviar corrientes, y si además tiene temperaturas menos frías o sustancias minerales, puede albergar diversos tipos de vida. Esto es justamente lo que se quiere averiguar.
Tuve la oportunidad de conversar con la doctora Constanza Ricaurte, de Invemar (Colombia). Ella es una oceanógrafa colombiana que está invitada en nuestro buque Carrasco, pues tiene este proyecto de colaboración con nuestro colega Luis Cerpa de Ingemmet y por supuesto cuenta con la intensa y necesaria participación de la tripulación de BAP Carrasco de nuestra Marina de Guerra.
Lo que Ricaurte está estudiando es la parte geofísica, oceanográfica y paleooceanográfica del estrecho de Bransfield, y por el momento me centraré en esta parte.
Ella está colectando y analizando data del perfilado del subsuelo, buscando elementos minerales y rastros geotermales. Estos análisis se hacen con nuestro buque que tiene estupendos equipos como la Ecosonda multihaz que ha hecho el levantamiento batimétrico del monte submarino Orca en un área de 282 millas cuadradas. Se ha evaluado la presencia de minerales con el magnetómetro SeaSpy2 del buque.
La data de temperatura, salinidad pH, ella la obtiene con la roseta hidrográfica tomando muestras de agua a tres profundidades en ocho estaciones de muestreo donde además se realizarán trabajos de dragado del sedimento; de hecho hoy día sacaron unos ofiuroideos, unos bivalvos y muchos poliquetos del fondo del cráter.
El buque también tiene un vehículo operado remotamente (ROV FALCON DR – SAAB SEAEYE). Es un robot submarino no tripulado y conectado a una plataforma de superficie por medio de un cable a través del cual se envían la energía y las órdenes. Con este robot se filmará el interior del cráter para ver si hay diversas formas de vida pero este es otro componente del proyecto.
¿Vida a 1500 metros debajo de la superficie en el mar? Sí. Hay organismos que no necesitan de la luz del sol y que justamente obtienen su energía de la química y de los minerales del fondo También podría haber organismos filtradores de sustancias orgánicas. Máxime si la temperatura no está tan fría y están protegidos de las corrientes marinas.
Se propone desplegar el ROV a 700 y yo diría mejor a 800 metros de profundidad, con la finalidad de contar con una filmación del interior del cráter.
Dentro de uno o dos días atravesaremos de nuevo el estrecho Bransfield para evaluar la estructura y dinámica de la circulación de las corrientes. Se van a medir las corrientes en cuatro transectos con un perfilador de corriente acústico Doppler (ADCP), así como desplegar el Underway CTD hasta 200 metros, dependiendo de la batimetría.
Mientras los científicos hacemos nuestros trabajos y yo escribo esta bitácora aprendiendo de otros proyectos científicos, los lobos marinos y ballenas siguen al buque curiosos de nosotros, los visitantes temporales de este continente extraordinario.
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